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Filosofía Natural Eterométrica

La Filosofía Natural Eterométrica debe sus raíces fundamentales al pensamiento de Baruch Spinoza, Friedrich Nietzsche, Henri Bergson, Wilhelm Reich, Gillas Deleuze y Felix Guattari. La realidad es una multiplicidad física, una multiplicidad compleja, no porque su sustrato sea material sino porque es energético. La composición de la multiplicidad física de lo Real es el trabajo-proceso infinito de los sistemas de máquinas físicos y biológicos. Las máquinas y los sistemas son o bien cerrados (mecanismos) o bien abiertos (o autopoiéticos).

Los mecanismos pueblan la naturaleza inerte pero también se encuentran en los sistemas vivos sometiéndolos a la lógica de los grandes números, produciendo así organismos. Los mecanismos pueden ser ordenados para formar ciclos, pero no son autocíclicos. Los organismos son los ordenamientos orgánicos dominantes (organigramas) que imponen un orden externo (organización) o un principio trascendente sobre los elementos de una máquina. Los mecanismos y organismos son máquinas muertas, máquinas abstractas que están "todas ensambladas, pero muertas, y nunca consiguen conectarse de forma concreta a las cosas" (G. Deleuze y F. Guattari).

Los mecanismos y organismos no son capaces de autoordenarse. Sólo las máquinas o los sistemas abiertos son capaces de un autoordenamiento autónomo. Las máquinas autopoiéticas o sistemas abiertos funcionan de acuerdo con una polaridad dual: un polo molar o inercial, y un polo molecular o sin masa. Las máquinas autopoiéticas que están sujetas, por un principio de transcendencia, a un polo molar o inercial dan lugar a todas las máquinas de gran escala (o molares) -como es el caso de las máquinas social y política (máquinas tribal, estatal, religiosa, militar y capitalista) que han estado presentes en diferentes formaciones históricas, y en sus máquinas dependientes técnica y científica, o mecanismos tecnológicos. A su vez, las máquinas autopoiéticas o moleculares entran en líneas de vuelo desde las formaciones molares, constituyendo micromáquinas que siguen un plan inmanente de autoordenación, y por tanto son capaces de acumular energía interna tanto de forma ligada a la masa como de forma libre de masa. Las máquinas autoformantes funcionan a medida que son formadas, y son formadas como ensamblajes gracias al desensamblaje y reensamblaje permanente de sus constituyentes. Son máquinas autocíclicas en proceso. Esta polaridad del funcionamiento maquínico delimita una diferencia en los regímenes energéticos de las máquinas molares respecto a las autopoiéticas -una diferencia que está inscrita en la naturaleza biológica del inconsciente viviente (en la disyunción entre gastos energéticos parano y esquizoide, o en la disyunción entre inervación simpática y parasimpática, o inconsciente reactivo y activo), en forma de dos gastos energéticos inconscientes o libidinosos: uno, el regimen parano-neurótico que está regido por las leyes y normas de la representación, extrayendo una forma humana y apoyándose en la sujeción de las máquinas autopoiéticas en conjuntos de gran escala; el otro, el régimen esquizoide de las máquinas autopoiéticas, que raramente va más allá de la presentación de índices maquínicos, y sólo ensambladas como máquinas a lo largo de lineas de vuelo que desmontan máquinas sociales y técnicas. Las máquinas molares tienden hacia un límite histórico, "el alcance del nihilismo" o la autoabolición. Las máquinas moleculares tienden hacia un límite intensivo, un "umbral de desterritorialización absoluta" (F. Guattari) o "nomadismo". La Eterometría también puede describirse como el estudio de máquinas y sus regímenes energéticos. Desde esta perspectiva, la búsqueda natural debe contemplar ''de facto'' un recuento filosófico de las posibles "elecciones" éticas y políticas que se ven afectadas por cada tipo de máquina. Ningún planteamiento científico o filosófico puede escaparse de formar parte de uno u otro tipo de máquinas.